TEMAS DE LA MITOLOGÍA BABILÓNICA
Si bien los Babilonios heredaron la cultura y las instituciones culturales de Sumeria y adoptaron un buen número de mitos sumerios, su sensibilidad religiosa debe mucho a sus orígenes pastoriles. Las deidades sumerias más importantes fueron rebautizadas simplemente con apelativos semíticos (An pasó a ser Anu; Enki, Ea; Enlil, Ellil; Inanna, Ishtar; Utu, Shamash; Nannar, Sin), pero no aparecieron nuevas deidades.
Los asuntos importantes eran la justicia, la moralidad y la piedad personal, así como la preocupación por la muerte y el inframundo (Nergal, Ereshkigal, Adapa, Gilgamesh, Atrahasis). Aunque parte de los mitos sumerios trasvasó a la mitología babilónica, en ésta se acenturaron unas actitudes más pesimistas, acordes con la inestabilidad social y política del segundo milenio y el comienzo del primero a.C. Se encuentran en un mundo más impredecible, en que unos dioses arbitrarios sostienen y a la par amenazan el orden universal.
Existe también una nueva conciencia de la identidad y de la ideología nacionales, tal como se ejemplifica con el ascenso del dios Marduk (véanse La Épica de la Creación, Erra).
ATRA-HASIS (ANTIGUO MITO BABILÓNICO DEL DILUVIO) El mito babilónico sobre el diluvio tiene antecedentes sumerios, que sólo son conocidos a partir de textos fragmentarios que se refieren al héroe de estos sucesos, llamado Ziusudra, quien se salva del gran diluvio, guiado por los dioses siguiendo indicaciones secretas de Enki.
La versión babilónica empieza en tiempos en que los dioses menores están obligados a trabajar duramente para los dioses mayores, lo que al final da pie a una rebelión. Enki se ofrece a poner remedio al asunto y le pide a la reina madre que cree a un hombre que ha de "llevar el yugo".
Enlil dispone que maten a un dios y que su carne se mezcle con arcilla. Crea así siete parejas humanas y dicta leyes para regular su procreación. En lo sucesivo, será tarea de la humanidad el procrear y trabajar para los dioses. Sin embargo, pasado algún tiempo, la humanidad llena el cielo y la tierra de griterío y ruido y altera la paz de los dioses.
Enlil intenta poner término a ello enviando en primer lugar una plaga y después una hambruna para diezmar la población. Sus planes quedan frustrados por Enki, que adiverte a Atra-Hasis (el sabio por excelencia) para afrontar la amenaza con medios pertinentes, como hacer ofrendas a los dioses de la salud y el grano. Enlil está indignado por el fracaso de sus medidas y decide lanzar un diluvio devastador para erradicar a la humanidad de una vez por todas. Obliga a los dioses a jurar fildelidad, pero Enki nuevamente vende su plan a Atra-Hasis; para ello, se le aparece en un sueño donde habla a una pared de juncos. Le dice a Atra-Hasis que construya un navío y embarque en él a su familia y varias especies animales. Cuando remita el diluvio, quedarán a salvo en la barca, mientras que los demá perecerán ahogados.
Los dioses se ven en grandes apuros, especialmente la diosa madre, que lamenta el sino de sus criaturas. Cuando cede el diluvio y Atra-Hasis hace su primer sacrificio, Enlil está furioso, porque aquél ha estado intrigando de nuevo. Sin embargo, Enki hace notar que los dioses confían en la ayuda de la humanidad y que Enlil ha ido demasiado lejos. Le dice que refrene su ira y castigue a quienes lo merezcan, mientras que él mismo actuará para limitar la población. Enki dispone que existan mujeres estériles, categorías especiales de sacerdotisas sin descendencia, y regula la mortalidad infantil, personificada en un demonio raptor de niños. A Atra-Hasis, como al héroe del diluvio sumerio Ziusudra, se le concede vida eterna.
LA HISTORIA DE GILGAMESH La historia de Gilgamesh, que tiene dos tercios de dios y uno de ser humano, es el joven rey de Uruk. Sus continuos banquetes y su conducta disoluta tienem enojada a su gente, que protesta ante los dioses. En respuesta, Anu dispone que la diosa madre cree a un ser que sea su compañero, y así forma a Enkidu, un hombre salvaje que vive en la estepa y deambula con las bestías. Es observado por un cazador, que acude a averiguar por qué sus trampas siguen vacías. Éste lleva al rey de Uruk noticias de esta extraña criatura cubierta por completo de pelo. Le aconseja asimismo que envíea una de las prostitutas de la ciudad a amansar al hombre salvaje.
Después de mantener relaciones sexuales con la "voluptuosa", Enkidu se enemista con los animales y acompaña a la mujer de Uruk. Allí conocerá a Gilgamesh, que entretanto ha estado soñando con objetos que se precipitan del cielo; su madre le explica que representan a un hombre que se convertirá en su mejor amigo. Tras la llegad de Enkidu, los dos hombres deciden cobrar celebridad y abandonan la ciudad en busca de aventuras. Su primer viaje los llevará hasta la montaña Cedar, donde con ayuda del dios solar Shamash vencen al demonio Humbaba.
Cuando regresan victoriosos a Uruk, la diosa Ishtar comparece ante Gilgamesh y se le ofrece como esposa; él rechaza la oferta con insultos blasfemos, y ella hace descender al Toro de los Cielos. Gilgamesh y Enkidu matan a la criatura, pero como castigo Enkidu cae enfermo y muere. Desesperado por la muerte de su amigo, Gilgamesh abandona la ciudad y empieza a buscar al héroe del diluvio, Utnapishtim, a quien se había otorgado vida eterna.
Después de superar muchos peligros, llega a un jardín lleno de hermosas piedras, donde vide la esposa de la cerveza, Siduri. Él le cuenta su historia y ella le advierte de que sólo el dios del sol puede atravesar las aguas de la muerte. Gilgamesh, sin embargo, consigue convencer al hombre del transbordador, Urshanabi, para que cruzando las aguas lo lleve donde habita Utnapishtim con su esposa. Cuando pregunta por qué a él, un simple humano, no le atañe la muerte, Utnapishtim le cuenta la historia del diluvio y le dice que su existencia continuada recuerda a los dioses su promesa de no destruir a la humanidad nuevamente. Pregunta por qué habrían de reunirse a causa de Gilgamesh. Sin embargo, movido por el disgusto de éste, le pide que se abstenga de dormir durante siete días y siete noches. Como Gilgamesh no supera esta prueba, Utnapishtim le entrega nuevas ropas que no se deteriorarán nunca con el uso. Como íntimo favor, le habla una planta mágica para que el viejo vuelva de nuevo a la juventud. Pero, cuando Gilgamesh está de regreso a casa, una serpiente roba la planta desprediéndose de su piel. Al final Gilgamesh retorna a Uruk, donde escala los muros para contemplar el enladrillado y la ciudad.
La ciudad de Nínive añade la versión babilónica del viejo relato sumerio sobre Gilgamesh, Enkidu y el Inframundo.
DESCENSO DE ISHTAR La versión conservada proveniente de la biblioteca de Nínive es una variante compendiada del mito sumerio relatado en el "Descenso de Inanna al Inframundo". La diosa decide ir al "País del que no se regresa", regido por Ereshgikal, un lugar oscuro y lóbrego. Pide entrar amenazando con echar abajo las puertas y dejar salir a los muertos, que se comerían a los vivos. Como en el relato sumerio, debe despojarse de sus atavios.
Ereshkigal maldice fatalmente a Ishtar, cuya muerte tiene repercusiones drásticas en la tierra: cesa toda forma de cópula entre las bestias y el hombre. Ea (el Enki sumerio) crea a un hermoso eunuco para que visite a Ereshkigal y cobre el cuerpo de Ishtar con lisonjas y lo reanime con el Agua de la Vida. El final es bastante deteriorado, pero se refiere a Tammuz (Damuzi en sumeria), que ocupa el puesto de Ishtar en el inframundo.
LA TEGONÍA DE DUNNU Dunnu era una ciudad de la región central de Babilonia. El mito se ha conservado fragmentariamente en tablillas que datan de comienzos del segundo milenio a.C. Se refiere a la fundación de Dunnu y a la geneología de sus dioses, y probablemente estaba relacionado con festejos dependientes del año agrícola.
El Arado y la Tierra son la primera pareja divina. Cultivan la tierra, establece Dunnu y engendran a Sacan, dios del ganado. La Tierra desea a su hijo y se casa con él, después de matar al Arado. Sacan se ocupa de su padre, a quien da sepultura en Dunnu. A continuación, se casa con Tiamat, su hermana, que a su vez matan a sus padres. El día de Año Nuevo, su hijo también se casa con su hermana, pero en lugar de matar a su padre y su madre sólo los encarcelan.
Del resto de la composición sólo se conservan algunos fragmentos, pero parece, dadas las menciones a algunos conocidos dioses mesopotámicos como Enlil y Ninurta que las relaciones entre los padres y sus descendientes se van normalizando y regularizando.