MONSTRUOS MÍTICOS
En la mitología griega acechan muchas criaturas fabulosas, espantosas y grotescas. Al igual que las Amazonas, los monstruos existían para enfrentarse a los dioses y héroes griegos y ser derrotados por éstos. Cuando se creó el mundo, Zeus venció a Tifón, a quien el poeta Hesíodo atribuye cien cabezas de serpiente, ojos que despiden fuego y una voz capaz de remedar el habla de cualquier dios o a cualquier animal. Tifón engendró a la Equidna, una criatura repulsiva con la parte superior del cuerpo de una Ninfa y la inferior de una víbora. Muchos monstruos era híbridos de mujeres y animales. Las Harpías (Raptoras) eran aves con rostro de mujer. Atormentaban al profeta ciego Fineo abalanzándose sobre su comida y llevándosela o defecando en ella. Fue liberado por el héroe Jasón. Las sirenas eran criaturas aladas con cabezas de mujer y voces de una belleza tan hechizante que todo marinero que pasaba junto a ellas y las oía se sentía forzado a aproximarse y a escuchar. El bote del marinero se estrellaba en las rocas y de ese modo las Sirenas arrastraban a muchos hombres. Ulises tapó los oídos de su tripulación con cera y se ató a sí mismo al mástil, para poder oír a las Sirenas, pero sustrayéndose a su vez a su embrujo.
ULISES Y LOS CÍCLOPES
El héroe Ulises vivió muchas aventuras extrañas en su largo viaje de regreso a su Ítaca natal, una vez concluida la guerra de Troya. En una de ellas, Ulises y su tripulación desembarcaron en una isla habitada por los Cíclopes, gigantes de un solo ojo que vivian en cuevas. Los hombres exploraron la isla en busca de provisiones y se internaron en la cueva del cíclope Polifermo. Polifermo regresó con su rebaño de ovejas y opturó la entrada de la cueva con una enorme piedra. Cuando descubrió a los griegos, se comió crudos a dos de ellos en la cena y dos más en el desayuno. Los griegos estaban en una situación desesperada, porque ninguno de ellos era suficientemente fuerte como para mover la roca. Pero Ulises, célebre por su astucia, ideó un plan. Embriagó a Polifermo y, cuando éste preguntó por su nombre, Ulises le contestó que era "Nadie". A continuación, cegó el ojo del gigante con una estaca con fuego. Cuando los Cíclopes oyeron vociferar y llamaron a Polifermo, éste contestó: "Nadie está lastimándome", de modo que no fueron en su ayuda. Ulises y sus hombres escaparon sujeros al vientre de las ovejas, a las que se dejó salir al día siguiente. Ya a salvoen su barco, Ulises se burló de Polifermo, que lo maldijo, obligó a vagar a Ulises por el océano durante 10 años.
AMOR Y GUERRA
Ares era el terrible y a menudo brutal dios de la guerra. Hijo de Zeus y Hera, en la Ilíada presta ayuda a los combatientes troyanos en el campo de batalla. Ares no figura en muchos mitos y es acaso más conocido como amante de Afrodita. La Odisea de Homero relata la historia de la relación adúltera de Ares con Afrodita. Afrodita estaba casada con el dios del fuego y la metalurgia, Hefesto, pero tomó a Ares como amante. Helios, el sol, los sorprendió juntos y se lo contó a Hefesto. Este tejió uan red fina, pero fuerte, y la lanzó sobre los amantes cuando estaban acostados, aprisionándolos para su vergüenza. Hefesto convocó a los otros ocupantes del Olimpo para que hicieran patente su indignación, pero sólo se rieron; algunos llegaron incluso a insinuar que, a condición de acostarse con Afrodita, no importaba pasar por tal apuro.
Afrodita se relacionaba con todas las facetas del amor y la atracción física. Su nombre significa "nacida de la espuma" se decía que había surgido del mar que rodea a Chipre. tuvo muchos amantes; a uno de ellos al magnífico cazador Adonis, lo mató un jabalí. Se decía que Afrodita había quedado desolada, y se cantaban algunas canciones rituales en su honor de su amante todos los años festivales atenienses de la Tesmoforía.
SÁTIROS Y MÉNADES
Sátiros y Ménades eran seguidores de Dionisio, dios del teatro, pero también del vino, del éxtasis religioso y lo irracional. Los Sátiros tenían una parte de hombres y otra parte de jabalíes (con pezuñas y orejas puntiagudas) y tenían cola de caballo. Eran criaturas malas y amantes del vino, a las que se solía representar en continua excitación sexual, acosando a Ninfas y Ménades. Su lujuria era extrema, y una de las funciones de la representación de los Sátiros era la de definir los límites de la conducta masculina. A diferencia de los Sátiros -destaca el mito-. el hombre típico debería mostrar sentido de la moderación en su busqueda de placer (como declara máxima griega, "Nada en exceso"). El arte solía retratar con frecuencia a los Sátiros y también eran objeto de obras satíricas en Atenas, comedias desenfrenadas que en los festivales teatrales se representaba normalmente tras una trilogía trágica.
Las Ménades (conocidas también como Bacantes) eran inducidas al frenesí religioso por Dionisio, tal como ejemplificaba Eurípedes en su obra Las Bacantes. Abandonaron sus hogares y deambulaban frenéticas por el campo. Cada una de ellas llevaba una vara especial, el tirso. Se habían liberado tanto de las convenciones humanas que desgarraban animales vivos y comían su carne cruda con las manos desnudas.
EL INFRAMUNDO
Los griegos no tenían un cielo y un infierno como en muchas religiones, pero creían en varias formas de vida ultraterrena. La más frecuente era el inframundo, conocido como el Hades ("el que no ve" o "el lugar no visto"), que también era el nombre de su lúgubre jefe. El dios Hades era hermano de Zeus y Poseidón, sin embargo, rara vez se lo incluía en el panteón olímpico, porque su sombrío reino se oponía al celeste Olimpo. Había regiones del inframundo -el Érebos y el Tártaro- reservadas a aquellos cuyos delitos los condenaban al castigo eterno en la otra vida, como Tántalo y las Danaides. También había ámbitos para los muertos divinos, a los que se llamaba Campo Elíseos o Islas de los Bienaventurados, que eran lugar de reposo de valientes guerreros y algunos pocos escogidos.
Era importante que los muertos fuesen enterrados con las ceremonias apropiadas, para garantizar que el paso al inframundo se produjese sin problemas. Hermes Psicopompo conduciría a los difuntos al Hades. Caronte, el hombre del transbodador del inframundo, llevaba a continuación a los muertos por los ríos infernales: la laguna Estigia (río del odio), el Aquerón (río del dolor), el Leteo (río del olvido), el Cocito (río del llanto) y el Flegetón (río del fuego).