INTRODUCCIÓN
Los sumerios habitaban la región sur de la cuenca del Tigris y el Éufrates (en el actual Iraq). Su lengua se escribía sobre tablillas de arcilla en caracteres cuneiformes, en un sistema complicado que constaba de signos para las palabras, las sílabas y las vocales. Considerando su base lingüística, no guarda relación con ningún idioma conocido.
Los inicios de la civilización sumeria se remontan al cuarto milenio, cuando aparecieron las primera ciudades, con arquitectura monumental de ladrillos de adobe. Su base económica era agrícola -producía principalmente grano de tierras de regadío- y ganadera. Los excedentes se troncaban por materiales de los que carecía la región, generalmente metales nobles, madera y piedras preciosas, lo cual fomentó el comercio a larga distancia. La unidad política característica era la ciudad, con su entorno cultivable. Durante la segunda mitad del tercer milenio tuvieron lugar una serie de intentos de unificar el país e imponer un control político y administrativo central.
El estado sumerio más prospero fue el gobernado por la Tercera Dinastía de Ur (h. 2113-2004 a.C.). En el siglo XVIII, grupos de habla semítica (conocido como los amoritas) constituyeron un nuevo estado, Babilonia, la lengua sumeria dejó de hablarse, aunque el sumerio escrito continuó usándose para fines durante más de mil años.
TEMAS
Las obras teológicas sumerias (himnos, plegaris, conjutos) y los mitos existentes reflejan la emergencia de un orden cósmico coherente, representado por varias deidades, cada una de las cuales desempeñará un papel esencial en la consecución de la armonía celeste y terrenal. Ello ocurre en paralelo con el ascenso al poder de la Tercera Disnatía de Ur, que supuso que las ciudades sumerias, hasta entonces independientes, quedarán integradas en un solo cuerpo político, gobernado por reyes que asumieron una condición casi divina.
La creación y el mantenimiento de dicho orden (Enmesh y Enten, Lahar y Ashnan) y su protección contra las fuerzas del caos o pretensiones rivales son un asunto característico de la mitología sumeria (el Descenso de Inanna al Inframundo, los mitos de Ninurta). Varios mitos de origen proponen relatos etiológicos de instituciones sumerias, prácticas y rituales (Enki y Ninmah, Entil y Ninlil. Sin embargo, los mitos más celebres funcionan a varios niveles simultáneamente: pueden reflejar el transfondo sociopolítico de una sociedad burocrática y jerárquica y proyectan la imagen de un universo bien regido; al mismo tiempo, apelan a problemas humanos generales y las ambigüedades de la vida y la muerte en un contexto histórico concreto. Asimismo, el estilo y los artificios políticos de los mitos sumerios abarcan desde la solemnidad litúrgica y las letanías hasta los diálogos obscenos o los sentimientos líricos, muchas veces en un mismo texto (Enki y Dilmun).