Psique era una joven de una belleza tan sobrehumana que sus padres que jactaban de que era más adorable que la propia Venus. Para castigarlos por su arrogancia, Venus envió a su hijo, Cupido, con la orden de alcanzar a Psique con una de sus flechas y hacer que se enamorase de un monstruo. Sin embargo, Cupido se pinchó a sí mismo por error, y se enamoró perdidamente de Psique. Se casó con ella y le dio un hermoso palacio para vivir con él, pero no se le permitía ver nunca al dios; le prometió a Cupido que él siempre permanecería invisible para ella. Las hermanas de Psique visitaron su palacio y sintieron tantos celos que la indujeron a dudar de que su marido fuese efectivamente Cupido. Para averiguarlo, encendió una lámapara sobre Cupido cuando este estaba durmiendo. Despertó y, enfurecido abandonó a Psique. Ésta deambuló en busca de su amado, sufriendo hasta que Venus la obligó a probar que era digna de Cupido. Entre las pruebas de Venus, había que ir a buscar un tarro al lugar donde se encontraba Proserpina (la Perséfone romana). De nuevo, fue vencida por la curiosidad y abrió el tarro, que dejó salir un sueño de muerte sobre ella. Al final, Cupido apeló a Júpiter y se reunió con Psique, que se tornó inmórtal.