Las microondas, a diferencia de las ondas de radio, no pueden traspasar las capas inferiores de la atmósfera. Por ello, sólo las pueden detectar los telescopios situados en un satélite o en la cima de una montaña, como el de Mauna Kea, en Hawái, o el de la Silla, en Chile. Las microondas proporcionan información sobre la materia que constituye las nubes de gas y polvos interestelares.
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