MITOS SUMERIOS
Cuando fue creado el mundo y nacieron las primeras generaciones de dioses, cada deidad cumplía una tarea en la labor de mantenimiento del país, especialmente en lo relativo a la irrigación; algunos dioses era portadores de cestos y otros actuaban como supervisores.
La dura labor daba pie a quejas y demandas, que Enki, en su sabiduría, siempre solucionaba de forma óptima. Un día, su madre, Nammu, lo despierta de su sueño en las profundidades acuáticas, conocidas por el Apsu, y le cuenta su plan de crear a los seres humanos. Él delega la tarea de Nammu, indicándole que los forme con arcilla fértil del Apsu. Otra diosa, Ninmah, le presta ayuda en esta tarea y le impone a la humanidad el sino del trabajo duro. Cuando los dioses están festejando de la sabiduría de Enki, éste y Ninmah se exceden bebiendo cerveza y se inicia una competición en la que un dios crea determinados seres y el otro tiene que encontrarles un destino apropiado o una función social concreta.
Ninmah forma seis criaturas que presentan algún defecto físico. Tres de ellos sufren malformaciones genitales, pero Enki los nombra sacerdotes u oficiales. Cuando le corresponde a Enki crear criaturas, el texto se vuelve casi ininteligible, pero un segundo ser resulta inviable, incapaz de mantenerse sentado, caminar o estar de pie por sí solo. Enfurecida, Ninmah maldice a Enki y lo condena a permanecer para siempre en el Apsu. La desventurada criatura (que quizá deba entenderse como un niño pequeño) tiene que yacer en su regazo.
MITOS DE NINURTA
EL REGRESO DE NINURTA A NIPPUR:
Este relato empieza con alabanzas por las victorias de Ninurta en el campo de batalla. Sin embargo, cuando regresa a Nippur, cargado con el botín de guerra y acompañado de un enorme séquito, su marcha triunfal pone en peligro la estabilidad del país. Es convencido por el visir de Enlil, Nasku, para que modere su avance y, aunque lo retarda un poco, la asamblea de dioses se siente abrumada por sus trofeos.
NINURTA Y LAS TABLAS DEL DESTINO:
Las Tablas del Destino fueron robadas del Cielo por el ave augur Anzu. El aguilucho se lamenta ante Ninurta -responsable de ellas- de haberlas dejado caer en el abismo acuático (el Apsu), al haber sido atacado por Ninurta implica al visir de Enki. En venganza, Enki ingenia una tortuga gigante que ataque al joven dios mordiéndole en los dedos de los pies. Ninurta se defiende, pero Enki excava un hoyo en que caen él y su atacante. Sólo las súplicas de la madre de Ninurta, Ninlil, convencen a Enki para que lo libere.
DESCENSO DE INANNA AL INFRAMUNDO Inanna, "Reina del Cielo y de la Tierra", decide bajar al inframundo. Consciente del peligro que implica dicha empresa, incluso para una diosa tan poderosa como ella, prevé todas las posibles contingencias. No sólo se colaca todas sus insignias reales y sus amuletos mágicos, sino que da instrucciones a su visir, Ninshubur, sobre cómo actuar en una situación crítica.
A las puertas del inframundo, Inanna pide ser recibida para organizar el funeral de su cuñado. Cuando el vigilante de la puerta pone conocimiento de su señora, Ereshkigal, hermana de Inanna y diosa del inframundo, esta petición, ésta monta en cólera y dispone que cierren con llave las siete puertas. Junto a cada una de esas puertas, Inanna tiene que despojarse de una de sus insignias reales. Desnuda e indefensa, comparece ante Erehkigal, y sus intentos desesperados de apoderarse del trono quedan rápidamente frustrados. Los jueces del inframundo, reunidos en asamblea, y su cuerpo colgará de un gancho sujeto a una pared.
Cuando, pasado el tiempo convenido, Inanna no regresa, Ninshubur sigue al pie de la letra sus instrucciones. Empieza a hacer lamentaciones y apela a otros dioses para que la ayuden a liberar a Inanna. Tanto Enlil como Nannar se niegan a ello, alegando que la ambición incontenible de Inanna la ha llevado a la situación en se halla. Sólo Enki está dispuesto a ayudar. De la mugre de sus uñas forma dos seres (sus nombres reflejan los de oficiantes de cultos o transvestidos con los rituales de Inanna). Consiguen ser recibidos po Ereshkigal fingiendo sentir conmiseración por sus sufrimientos.
Adulada por tales atenciones, Erehkigal ofrece recompensa e, instruidos por Enki, piden el cuerpo de Inanna, que rocían con el Agua de la Vida que les dio Enki. No obstante, los jueces del inframundo exigen que ella aporte a alguién que le pueda suplir. Una hueste de demonios la acompaña en su camino de regreso, al tiempo que se detiene junto a cada puerta para ponerse de nuevo sus insignias.
Al salir del inframundo, se encuentra con Ninshubur. Cuando los demonios intentan retenerla, Inanna se niega, y no permite que éstos se lleven a otros dioses de Uruk que habían guardado duelo por ella. Pero al ver a su esposo Damuzi ataviado con ropas suntuosas y sobre un espléndido trono, lo señala encolerizada y afirma que él es quien debe morir en su lugar, en castigo a su deslealtad. Al final, la hermana de Damuzi, Geshtinanna, comparte su sino, de manera que cada uno de ellos pasará medio año en el inframundo y el otro medio sobre la tierra.
ENMESH Y ENTEN
(VERANO E INVIERNO)
Se trata del fragmento de un mito en forma de diálogo
Cuando el dios Enlil concibe la idea de poblar la tierra con plantas y animales, crea a dos hermanos, Enmesh y Enten, para que lleven a término su obra. Enten estará al cargo de los animales: "haciendo que la oveja puede parir al cordero, la cabra al cabrito y haciendo que se multiplique la vaca y la ternera". Puebla la tierra con monos salvajes, ovejas y cabras, llena el cielo de aves y los ríos de peces. Planta palmerales, árboles frutales y dispone de jardines. Enmesh asume su tarea a partir de ahí, y funda ciudades con hogares y "templos altos como montañas".
Una vez cumplidos estos menesteres, los hermanos se dirigen a Enlil y le presentan algunos regalos que simbolizan sus logros. Enmesh le lleva animales salvajes y domésticos, y plantas; Enten le ofrece piedras y metales preciosos, árboles y peces. Pero empiezan a discutir sobre quién de los dos tiene más mérito, y piden a Enlil que lo decida. El gran dios declara que Enten, que tiene a su cargo la cuestión del riego, base de la agricultura sumeria, puede llamarse con toda justicia "agricultor de los dioses". Los hermanos acatan el juicio. Enmesh se arrodilla ante Enten, cruzan regalos y hacen libaciones en honor a Enlil.
MITOS DE GILGAMESH
GILAMESH Y EL PAÍS DE LOS VIVOS
Acompañado de su sirviente Enkidu, Gilgamesh se aventura en el País de los Vivos, consagrado a la deidad Enlil y protegido por un poderoso demonio llamado Huwawa. Cuando llegan a su destino, empiezan a talar árboles, a pesar de los terribles rayos de esplendor divino que emite Hawawa. Consiguen capturar al demonio y, aunque Gilgamesh está dispuesto en principio a respetarle la vida, al final le corta la cabeza, que le presentan a Enlil en su santuario de Nippur. Enfurecido, Enlil convierte los siete rayos de esplendor en agentes de venganza que han de perseguir a Gilgamesh y a su acompañante. El texto se interrumpe en ese punto.
GILGAMESH, ENKIDU Y EL INFRAMUNDO
El relato empieza con Inanna cultivando un árbol de Huluppu, a orillas del Éufrates. Como el viento sur azota sus ramas, lo traslada a su santuario de Uruk, donde le dispensa muchos cuidados para poder hacer sus madera una cama y una silla.
Cuando el árbol crece lo suficiente, ella descubre que es incapaz de talarlo, porque está habitadop por tres criaturas demoniacas: una serpiente entre las raíces, un ave rapz en la copa y un demonio femenino en el tronco. Gilgamesh se presta a ayudarla y con su poderosa hacha abate al árbol y mata a la serpiente, auqneu el demonio y el ave consiguen escapar volando. Además del mobiliario, Inanna construye dos objetos con la madera del árbol, que presenta a Gilgamesh como recompensa, pero por alguna razón caen en el inframundo. Su sirviente Enkidu se muestra dispuesto a recuperarlos.
Gilgamesh le da instrucciones precisas sobre cómo comportarse en un lugar donde todas las pautas de conducta normal están invertidas. Enkidu desciende al inframundo, pronto se olvida las adevertencias e infringe todos los tabúes. Valiéndose de la mediación de la deidad Enki, Gilgamesh convoca al espíritu de Enkidu a través de un orificio en la tierra; le explica las condiciones del País de los Difuntos, donde alguién con tres hijos tiene agua para beber, otro con siete hijos se encuentra cerca de los dioses, pero aquellos cutos cuerpos no han recibido sepultura están destinados a errar eternamente sin reposo.
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