CREACIÓN DEL MUNDO
(GÉNESIS I-II: 4)
El relato bíblico de la creación se organiza en una secuencia temporal de siete días. El acto de la creación procede de la orden suprem de Dios. Empieza con el cielo y la tierra, con la tierra vacía y en oscuridad. Dios genera la luz, y con ella aparece lo que divide la noche del día. Separa las aguas de arriba de las profundidades mediante una sólida barrera. La parte superior se convierte en el cielo y la parte sólida inferior se convierte en la tierra. Al día siguiente, reúne las aguas de debajo del cielo para que formen los mares, entre los que habrá terrenos secos a los que se llamará tierra. Después dispone que la tierra produzca vegetación y determina que las plantas se reproduzcan por medio de semillas. El cuarto día, dota la luz a los cuerpos celestes: estrellas y planetas que regularán el tiempo. Después, llena el mar y el cielo de criaturas marinas y aves, a las que le siguen los animales que han de vivir sobre la tierra, bestias salvajes y animales domésticos, puros e impuros. Forma a los seres humanos, el masculino y el femenino, y les otorga el dominio sobre todas las criaturas del cielo, la tierra y el mar, y los crea a su imagen. El séptimo día, Dios contempla su obra y, satisfecho, descansa de su labor.
EL CASTIGO DEL HOMBRE
Dios los llama y les preguntá por qué se cubren y, al contestar que se avergüenzan por su desnudez, los acusa de haber comido del Árbol Prohibido. Cuando les pregunta por qué ha ocurrido eso, la mujer culpa a la serpiente, y Dios maldice a ésta entre todos los animales y la condena a arrastrarse para siempre y a ser enemiga eterna de la mujer y de toda su descendencia. A la mujer le dice que multiplicará los trabajos de su preñez y que anhelará al hombre, que acabará dominándola.
Se dirige al hombre y dispone que, por su desobediencia, la tierra de las campos quedará maldita y llena de espinas y cardos. El hombre tendrá que ganarse el pan con el sudor de su frente y, engendrado del polvo, volverá a ser polvo. Entonces el hombre da a la mujer el nombre de Eva, y ésta se convierte en la madre de todos los seres vivientes. Dios les hace prendas de piel y dispone que, dado que ahora el hombre ya sabe distinguir el bien del mal, no alargue la mano para comer del Árbol de la Vida. Envía al hombre y a la mujer fuera del Jardín del Edén y colca criaturas divinas con espadas flamígueras para proteger el camino del Árbol de la Vida.
CAÍN Y ABEL
y su esposa Eva tiene dos hijos: el primero es Caín y el segundo es Abel. Abel es pastor y Caín agricultor. Caín realiza un sacrificio y ofrece frutos de sus campos y lo mismo hace Abel, que ofrenda el primogénito de sus rebaños. Dios aprecia la ofrenda de Abel, pero hace caso omiso de la de Caín, que se enoja por el desaire. Dios se da cuenta de su enfado y le advierte que controle sus impulsos, pero Caín invita a su hermano a ir a sus campos, donde lo mata. Cuando Dios le pregunta dónde está Abel, contesta que su hermano no está a su cargo. Dios lo maldice comunicándole que a causa de su crimen la tierra ya no producirá nada para él y tendrá que vivir errante. Caín se marcha y se dirige al este del Edén; su esposa alumbra a un hijo, Enac, cuyos descendientes son gentes que "viven en tiendas y cuidan rebaños", tañedores de laúd y flauta y herreros.
LA TORRE DE BABEL
En la Tierra solo había una lengua. Pero, viajando hacia el este, los hombres llegaron a Mesopotamia y decidieron edificar una ciudad de ladrillos de adobe.
Empiezan a construir una torre que ha de elevarse hasta el cielo y que los hará famosos y evitará que se dispersen por toda la tierra. Dios baja a ver la ciudad y la torre, y comprueba que, con una sola lengua, nada impedirá a la humanidad alcanzar todo lo que se proponga. Decide, por tanto, confundir su idioma para que nadie pueda comprender la lengua del otro. Los dispersa por todos los países y tienen que desistir de edificar la ciudad. He aquí por qué la ciudad y la torre se llaman Babel.
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