Inicialmente sólo existía el caos, "el vacío", del que se formó Gaia (la tierra) -cómo exactamente sigue sin estar claro-, junto con el Tártaro (el inframundo), Eros (el deseo), Érebo (la oscuridad del inframundo) y la Noche (la oscuridad de la tierra).
La noche se unió a Érebo para generar a Éter (el éter, o aire luminoso). Gaia dio a luz a Urano (el cielo) y juntos produjeron las primeras devinidades: los doce Titanes (gigantes con forma humana), los tre cíclopes (criaturas con un solo ojo) y los tres Hecatonquiros (monstruos de cien manos). Insatisfecho con sus hijos, Urano los desterró al inframundo. Enojada, Gaia convenció al más joven de los Titanes, Cronos, para que castrase a su padre y le arrebatase el poder.
Cronos se casó con su hermana Rea y tuvieron cinco hijos. Le advertieron que uno de ellos lo mataría y por ello engulló a todos al nacer. Para proteger a su sexto hijo, Rea engañó a Cronos y consiguió que tragase una piedra; así pudo ocultar al niño, que se puso a salvo con las Ninfas. Este niño fue Zeus, que al llegar a edad adulta regresó y libró una tremenda lucha contra los Titanes, la titanomaquia. Con la ayuda de los Cíclopes, que habían sido puestos en libertad, y de los Hecatonquiros, Zeus se alzó con la victoria. Obligó a Cronos a vomitar a sus hermanas y hermanos y se erigió rey de los dioses.
Considerando los muy diferentes relatos sobre el nacimiento de la humanidad, lo más importante tal vez sea la idea del nacimienot a partir de la propia tierra -la autoctonía-. Zeus enojado con la humanidad, lanza un diluvio para destruirla. Prometeo consigue advertir de ello a su hijo Deucalión y a la esposa de éste, Pirra, que sobreviven construyendo un arca. Cuando las aguas se retiran, realizan sacrificios a Zeus, que envía a la Titán Temis para que los ayude. Éste les indica que caminen lanzando piedras por encima de sus hombros. Las piedras lanzadas por Deucalión se convierten en hombres y las que lanza Pirra en mujeres. La raza humana resurge así a partir de la tierra.
Los mitos de autoctonía fueron especialmente importantes para los atenienses, que recalcaban su procedencia de la tierra para mostrar su superioridad sobre otros griegos y "bárbaros", que -según ellos- no habían mantenido esa especial relación con el país. En la obra de Eurípides, Erecteus, esposa del rey de Atenas, habla así sobre su pueblo: "Nuestro pueblo no llegó de ninguna otra parte; nacimos de la tierra. Otras ciudades, fundadas al azar de una tirada de dados, son importación de otras ciudades. Todo aquel que habita en una ciudad que procede de otra, como una bisagra mal encajada en la madera, es un ciudadano nominal, pero no lo es de verdad".
EL PANTEÓN OLÍMPICO
Se creía que las principales deidades habitaban en el monte Olimpo, que era la montaña más alta de Grecia, en el norte el país. Se los representaban con forma humana y a menudo como seres pendencieros. El dios supremo era Zeus, cuyo dominio era el cielo. Uno de sus hermanos, Poseidón, dominaba el mar y el otro, Hades, era el soberano del inframundo, el reino de los muertos. Su hermana Hestia era la diosa del hogar y de la casa, y Deméter, cuyo nombre significa "mare del grano", era la diosa de la agricultura. La hermana de Zeus, Hera, también fue su esposa. Engendraron a Ares, el dios de la guerra; a Heba, diosa de la juventud; y a Ilitía, diosa de los partos.
Con Metis, Zeus engendró a Atenea y con Deméter a Perséfone, que se convirtió en la diosa del inframundo. La diosa cazadora virgen, Artemisa, y su hermano Apolo, dios de la música y la poesía, resultaron de la relación entre Zeus y la Titán Leto. Con la divina Maya, Zeus tuvo a Hermes, el mensajero de lo dioses, y con una mortal, Semele, engendró a Dionisio, dios del vino y del éxtasis religioso. La hija de Zeus, Afrodita, diosa del deseo, surgió de la espuma del mar.
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