Mientras que la teología cristiana posee un único relato sobre la creación, en el antiguo Egipto había cuatro historias, cada una de ellas relacionada con una ciudad importante -Heliópolis, Menfis, Hermópolis y Esna-, así como con un dios fundamental: Atum -más equiparado a Re-, Ptaht, Thoth y Jnum respectivamente.
HELIÓPOLIS
En Heliópolis, "Ciudad del Sol", Atum estaba a solas sobre el médano que había emergido de las Aguas primordiales de Nun, que cubrían el mundo (como ocurría en la inundación del Nilo). Cuando se dio cuenta de que necesitaba de otros dioses para que lo asistieran en la creación, se masturbó y del semen surgieron otros dos dioses: Shu, dios del cielo, y Tefnut, su hermana, diosa de la humedad. Sus hijos fueron Geb, dios de la tierra, y Nut, diosa del cielo (dichas relaciones, matrimonios consanguíneos, normalmente rechazados por incestuosos en el mundo moderno, no eran infrecuentes en la mitología antigua). En los papiros, Nut aparece arqueada sobre Geb, y Shu los separa a sus respectivas esferas. Geb y Nut tuvieron cinco hijos: Osiris, Isis, Horus el viejo, Set y Neftis -nacidos en cinco días consecutivos, fuera del calendario normal de 360 días-. Ocurrió y ello refleja en la mitología clásica) a causa de una profecía según el cual los hijos de Nut sobrepasarían en poder a Atum-Re (al igual que los hijos de Cronos, por medio de Rea, desbancarían a su padre). Al haber nacido en jornadas que no figuraban en el calendario, quedó resuelto el problema de la maldición de que Nut no alumbraría en ningún día del año.
HERMÓPOLIS
Una tercera leyenda relativa a la creación se localizaba en Hermópolis, un apreciado centro de culto Thort. Se lo solía representar con la cabeza de un ibis, y el mandril era un animal muy querido por su carácter sagrado y por que se le relacionaba con él. Era el dios de la sabiduría y el estudio, así como el inventor de los jeroglíficos, vocablo que significaba literalmente "escritos sagrados". Era especialmente el dios tutelar de los escribas y también guardaba relación con la luna. Una variante en torno a la leyenda de la creación exponer que fue en Hermópolis y no en Heliópolis donde el túmulo primordial emergió de las Aguas de Nun. De un huevo apoyado en el túmulo surgió el dios solar. En otra versión alternativa, se dice que una flor de loto creció en el túmulo, y que sus hojas se abrieron para dar a conocer al joven dios de la creación, Nefertum.
ESNA
En Esna, el templo estaba dedicado al dios con cabeza de carnero Jnum. Se pensaba que había sido él quien formó al hombre en su rueda de alfarero, si bien por duplicado, ya que cada cual contaba con un ka, un doble. Éste era el espíritu que permanecía cerca de la tumba del difunto, mientras que su ba, su alma, con la forma de un ave con cabeza de ser humano. La versión más completa de la creación está esculpida en los muros del templo de Esna y cuenta sobre una diosa llamada Neith, relacionada con la ciudad de Sais en el Delta, que surgió antes incluso que el túmulo primordial que emergió de las Aguas de Nun para crear el mundo.
Mientras que para una mente religiosa moderna cuatro versiones básicas de la historia de la creación serían motivo de inquietud e incertidumbre, a los antiguos egipcios no les planteaba ningún problema. Cada leyenda sobre la creación tenía sus precedentes en su lugar apropiado, aunque er al versión de Heliópolis la que ocupaba una posición prominente a causa de su relación con el sol y el jefe de los dioses, Re, que más tarde se asimiló a Amón de Tebas para convertirse en el gran dios Amon-Re.
OSIRIS E ISIS
El mito más importante al que los egipcios prestaron atención y con el que mayores afinidades tenián era el de Osiris y su esposa y hermana Isis. Como ocurre tan frecuentemente, se trata de una historia de celos, al enfrentamiento del mal contra el bien, las adversidades que tiene que afrontar el bien y el triunfo final de éste sobre el mal, que conduce invariablemente a algún tipo de recompensa, la vida eterna, etc. Este argumento es un potente aspecto de tantos mitos del mundo antiguo (y del mundo moderno) que es difícil lozalizar con acierto a sus orígenes. aunque algunos indican que Osiris era un dios que llegó a Egipto desde la región del Creciente Fértil en el antiguo Oriente Próximo.
Osiris el dios bondadoso, tenía un hermano celoso, Set, que se las ingenió para matarlo mediante el engaño. Para celebrar el retorno de su hermano Osiris de una visita al extranjero, Set organizó una gran fiesta en palacio, en el curso de la cual los criados de Set trajeron un arca magníficamente decorada. Set propuso que todos los invitados se tumbaran en ella y que, si alguno cabía a la perfección, obtuviese el estupendo objeto.
Todos lo intentaron, pero fracasaron por ser demasiado altos, bajos, gruesos o delgados (el motivo presenta alguna semejanza con el mito griego tardío de Teseo y el gigante Procusto, que "adaptaba" a quienes dormían en su cama cortándoles las extremidades o estirándoselas). Al final, Set convenció a su hermano Osiris para que se unirea al juego y midiera el arca. Como es natural, Osiris encajó a la perfección en ella, puesto que Set lo había confeccionado a su medida. A una señal de Set, sus partidarios se precipitaron en la sala, obligaron a salir a los seguidores de Osiris, sellaron la tapa del arca, que se convirtió en el féretro de Osiris, y lo lanzaron al Nilo.
El arca que contenía el cuerpo de Osiris flotó hasta el mar y apareció en la playa de la ciudad de Biblos, en el Líbano. Al llegar cerca de una fuente de agua dulce que discurría hacia el mar, el arca quedó enredada entre las raíces de un árbol enorme, que fue creciendo y encerró en su tronco arca-ataúd. El rey de Biblos vio el fantástico árbol y lo mandó tablar para convertirlo en la columna central de su nuevo palacio.
ISIS EN BIBLOS
La apenada viuda, Isis, busca el arca por todo Egipto; al final, valiéndose de sus poderes mágicos, localizó el cuerpo el Biblos. Al saber que el arca y el cuerpo formaban parte del palacio, tuvo que buscar al modo de entrar en él. Se disfrazó de anciana y se sentó al arroyo de agua dulce que bajaba hasta la orilla del mar donde las criadas de la reina de Biblas iban a hacer la colada. La encontrarán allí y se apiadaron de esa "vieja dama"; le llevaron alimentos y la trataro amablemente. En pago, les enseñó a trenzarse el cabello, si bien no puedo disimular su olor de diosa, y la reina se percató pronto de los nuevos peinados y del perfume y se interesó por estos cambios. Las criadas le hablaron de la dama anciana y solitario con la que habían hecho amistad a la orilla del mar y que estaba sentada allí día y noche, aparentemente apenada, aunque no les había contado la causa de sus penas.
La reina acabada de dar a la luz a un hijo y heredero, y estaba buscando a un hijo y heredero, y estaba buscando una niñera. La anciana dama parecía la persona ideal y fue llamada a palacio. Isis (con su disfraz) aceptó el puesto de niñera, a condición de que la dejaron a solas con el niño durante la noche. Aunque a la reina aquello la pareció una petición extraña, dio su consentimiento. Por la noche, la diosa se encerraba en la gran sala, a solas con el niño. Las criadas aseguraban oír un ruido extraño después de anochecer -como el gorjeo de un ave- y se la comunicaron a la reina. Una noche, ésta se ocultó detrás de unas cortinas y, cuando oyó el garjeo, salió y vio a su hijo tendido sobre las brasas candentes del fuego y a una golondrina (Isis se había metamorfoseado) que volaba alrededor de la columna dando voces. Aterrado, la reina tomó al niño en brazos; a continuación, la diosa se dio a conocer y reprendió a la reina acunsándola de estar loca, puesto que ella, la diosa, estaba consumiendo en el fuego la mortalidad de la criatura. Se llamó al rey, y ambos monarcas veneraron a la diosa y le preguntaron que podían darle. Reclamó la columna del tronco del árbol que encerraba el arca que contenía el cuerpo de su esposo. Como es natural, su petición fue satisfecha, cayó la techumbre de la gran sala, e Isis se llevó el cuerpo de Osiris a Egipto y lo ocultó en las marismas del Delta, donde lo dejó al cuidado de su hermano Neftis.
HORUS Y SET
Set se había proclamado rey, e Isis ahora con su pequeño hijo Horus, se ocultó. Cuando Horus llegó a la edad viril, desafió a su malvado tío Set para recobrar el trono de su padre. Las diferentes batallas que ambos protagonizaron, conocidas como las Contiendas de Horus y Set, figuran e ilustran largos textos y relieves de los muros del templo en Edfu -uno de los templos mejor conservados y completos del antiguo Egipto-. En las tallas de los dioses luchando entre sí, Set suele ser representado como un pequeño hipopótamo macho que está siendo herido con la larga lanza de Horus. (Mientras que el hipopótamo macho era la personificación del mal en el antiguo Egipto, la hembra en cambio, se asociaba con la diosa Taurt y era muy venerada por las mujeres como protectora de los partos).
En un determinado momento, cuando Set encontró a Horus dominado en el desierto (que era dominio de Set), le cegó los ojos, que en mitología representa al sol y la luna. No obstante, la diosa Hathor (asimilada a Isis a menudo en la mitología egipcia tardía) le devolvió la vista bañando los ojos dañados con leche de gacela. El ojo de Horus (el udjat) se convirtió en uno de los amuletos protectores más poderosos de Egipto; los niños lo llevaban al cuello o en un brazalete y engastado en bellas alhajas, como por ejempló en la que se halló en la momia del joven faraón Tutankamón.
Al final, los dioses se cansaron de sus continuas luchas, y Horus y Set fueron conducidos ante el Consejo de los Dioses para exponer su caso y que éstos, presididos por Re, dirimieran el caso en favor del uno o del otro. La causa llevó varios años. Las decisiones fueron revocadas en varias ocasiones, que que el primero Set y después otros dioses profirieron amenazas terribles; no fue a la zaga Osiris, que alegó que, si no se fallaba rápidamente en favor de su hijo Horus, saltaría a sus crueles mensajeros con cabeza de perro, que no temíana ningún dios. Los dioses fallaron finalmente en favor de Horus como rey legítimo. Su padre, Osiris, cuyo cuerpo hecho pedazos había sido embalsamado por el dios con cabeza de chacal Anubis, fue confirmado como dios de los muertos. Set fue desterrado al desierto, ámbito del mal, y declarado dios de las tormentas. En adelante, el faraón reinante se lo reconoció como dios Horus sobre la tierra y a su muerte pasaba a ser dios entre los dioses.
ISIS AVERIGUA EL NOMBRE SECRETO DE RE, EL DIOS SOLAR
Después del dios solar Re, Isis era la deidad egipcia más importante, por haber descubierto el nombre secreto de Re. Conocer un nombre significaba tener poder. Isis ansiaba dicho poder, por lo que intrigó para averiguar el nombre secreto de Re. Cuando éste se hizo mayor, domitaba mucho y la saliva le goteaba por la barbilla. Isis recogió con cuidado un poco de ella y la usó para humedecer barro con el que formó una serpiente venenosa. Los dioses sólo era vulnerables a algo de su propia naturaleza, así que Isis dio vida a la serpiente y la abandonó en el lugar donde pasaba Re. Naturalmente, la serpiente lo mordió y le inyectó veneno cuando aquél pasó por allí. Re estaba agonizando por la mordedura, ya que, sin saberlo, la serpiente estaba compuesta, en parte, de la propia esencia mágica de Re, de su saliva. Re se estremeció de fiebre y tenía dificultad para hablar. Isis le preguntó qué era lo que le afligía, a pesar de que conocía muy bien la causa. Él expuso sus terribles síntomas y ella se ofreció a cuidar de él, pero sólo si le comunicaba su nombre secreto. Él se retrajo y le dio una retahíla de nombres descriptivos, pero ella sabía que ninguno era el nombre secreto. Al fina, cuando ya no podía soportar el dolor, se avino a decírselo, pero sóloi en privado y en ausencia de los otros dioses. Ella tuvo que prometer que no se lo comunicaría a nadie. Después de cobrar el conocimiento que deseaba, sanó a Re y le extrajo el veneno. Ahora ya conocía el nombre secreto, que se tenía que utilizar alguna vez le daría poder sobre él. Nunca hubo ocasión de hacer uso de aquellos conocimientos, pero ella quedó satisfecha sabiendo que poseía dicho poder, por si llegaba a ser necesario.
EL VIAJE POR EL INFRAMUNDO
Cuando a diario se ponía el sol -esto es, cuando moría- al oeste, era icomprensible que volviera a nacer a la mañana siguiente. Para ello, el dios Re tenía que viajar al inframundo en las horas oscuras de la noche, donde la entrada de cada hora estaba custodiada por demonios espantosos y detestables, a los que el dios tenía que desbancar al pasar. En las pinturas murales de las tumbas reales del Valle de los Reyes, están representadas muchas composiciones que actuaban como salvoconductos para posibilitar el viaje. Había tres grandes composiciones que actuaban como salvoconductos para posibilitar el viaje: el Libro de Am-Duat (conocido también como el Libro de lo que hay en el Inframundo), el Libro de las puertas y el Libro de las cavernas.
EL LIBRO DE AM-DUAT
La versión más completa de este libro, que se refiere al viaje del dios solar Re, desde su "muerte" a la puesta del sol hasta su "renacimiento" a la salida del sol, está representada en las paredes de la cámara sepulcral del faraón Tutmosis III (m. h. 1450 a.C.) y en la tumba de su hijo Amenofis II (m. h. 1419 a.C.) en el Valle de los Reyes, en tebas (en el actual Luxor). El dios viaja en una barca con vigías y timoneles, en compañía de otras deidades. Aunque al principio este libro mágico estaba reservado a la realeza, paulatinamente se hizo apto para oficiales mayores y se usó también en sus tumbas, de tal manera que el difunto muchas veces aparece representado como el timonel de la barca de Re.
Cada hora está relacionada con varios dioses y animales. Por ejemplo, en la Primera Hora cantan mandriles y le abren las puertas a Re, y una docena de dioses serpientes los iluminan. Los dioses del grano comparecen en la Segunda y la Tercera Hora, en la última de las cuales Re hace revivir a Osiris. Las serpientes son importantes en la Cuarta Hora y cobran gran poder, ya que se pensaba que, por ser capaces de desprenderse de la piel, encarnaban la resurrección. (Esta creencia estaba muy extendida en el mundo antiguo y era muy destacable en el culto de los santuarios del mundo griego, consagrados al dios de la salud Asclepio en Edidauro y en la isla de Cos). En la Hora Sexta, Re adopta el aspecto de una cucaracha sagrada, Jepri, de la que se creía que hacia girar el disco solar por el cielo durante el día y la traspasaba después a los dos leones del horizonte (Aker). Y así prosigue el viaje, con sus diversos obstáculos -gatos que empuñan diversos cuchillos y contemplan a las malvadas serpientes (Apofis), diosas que escupen fuego sobre los enemigos de Re o los decapitan-, hasta llegar a la Duodécima Hora. En ese punto, reaparecen las imágenes de la serpiente cuando Re se introduce en el cuerpo de una de ellas y sale por su boca manifestándose como Jepri, el escarabajo sagrado. Descansa durante un momento antes de nacer como disco de entre los muslos de la diosa de la noche y el cielo, Nut -una escena representada en muchas tumbas reales, donde la diosa se arquea en el techo de la cámara funeraria y protege el sarcófago del rey que se encuentra debajo-.
EL LIBRO DE LAS PUERTAS
Este texto está esculpido y pintado suntuosamente en las paredes de la tumba de Ramsés VI (h. 1133 a.C.) y aparece esculpido en su forma más refinada en pequeños jeroglíficos en el sarcófago de alabastro de Seti I (m. h. 1278 a.C.), expuesto ahora en el Museo Sir John Soane de Londres. Una vez más, hay que atravesar 12 puertas, y aparece un gran número de imágenes de serpientes escupiendo fuego, pero Re conoce los nombres de sus adversarios y consigue atravesarlas sin problemas. El poder que supone el conocimiento del nombre de otra persona volvemos a encontrarlo con frecuencia en las mitologías del mundo antiguo. La serpiente malvada Apofis, a la que se ve matando a un gato en el Libro de Am-Duat, se encuentra junto a muchas de las puertas impidiendo el paso. Pero el dios se impone y su nacimiento inminente y su resurreción al alba son proclamados por un grupo de mandriles consagrados al dios del saber, Thoth. Los mandriles podemos verlos esculpidos en la base del pedestal de algunos obeliscos, alzando sus patas en señal de agradecimiento y adoración a él. Por ser las primeras criaturas al sol al empezar su ascenso, se los consideraba especialmente devotos.
EL LIBRO DE LAS CAVERNAS
La versión más completa de esa obra figura en la tumba de Ramsés VI (h. 1133 a.C.). No obstante, en lugar de hacer hincapié en las Doce Horas de la Noche, se concentra sólo en sus subdivisiones o cavernas. Aquí se recalca la división entre el bien y el mal. Re, en tanto que dios todopoderoso, posee el conocimiento de los nombres y por tanto puede descartar fácilmente al malhechor. Así que alcanza sin problemas su renacimiento, tomando nuevamente el aspecto del escarabajo sagrado, Jepri, dispuesto al amanecer a hacer rodar de nuevo el disco solar por los cielos.
EL LIBRO DE LOS MUERTOS
Otra célebre composición egipcia era el Libro de los muertos, que constaba de una serie de 200 capítulos, "ensalmos" o "declaraciones", trazada para auxiliar a los difuntos en su viaje desde éste al otro mundo. En muchos capítulos de esta obra también figuran ciertas partes de algunos mitos, pero los capítulos más importantes referidos a la persona muerta eras 125 (ilustrado a menudo en papiros), alusivo al Peso del Corazón en la Sala del Juicio; el capítulo 30B, donde el corazón del difunto no tenía que hablar mal contra él en el juicio; y el capítulo 6, el "el capítulo ushabti". El capítulo 6 se suele encontrar como texto pintado, esculpido o moldeado en las figuras mumiformes ushabti que se aportaban a las tumbas. Se representa a cada figura con un pico y una azada y una bolsa de seda a la espalda apoyada en el hombro izquierdo; en ocasiones también lleva recipientes de agua a la espalda. Estas figuras, cuyo tamaño puede oscilar entre el metro de altura (los ejemplares de granito de la tumba de Amenofis III) y el objeto de pocos centímetros, se consideraban un ingrediente indispensable en todo enterramiento a partir del Imperio Medio (siglo XX a.C.). En el Periodo Tardío, algunos de los textos más bellos y completos se encuentran en ushabtis correspondientes a la XXVI Dinastía (664-525 a.C.), y suele presentar rostros muy bien moldeados. Estaban pensados para responder a cualquier requirimiento y contestar "Aquí estoy" si eran convocados, y para colocarse en lugar del difunto y llevar a cabo cualquier tarea en sustitución de él mundo de ultratumba.
La tarea fundamental -de ahí la provosión de picos y azadas- era la de mantener limpios y en buen estados los canales de riego, la temida prestación personal. A un enterramiento completo se aportaban 365 ushabtis, uno por cada día del año. Para mantener a este grupo de trabajadores, se requería un supervisor (reis) ushabti. Éste no era mumiforme como los operarios, sino que vestía ropas normales, llevaba una falda y un látigo. Había un reis por cada diez trabajadores, y la inscripción que hay en ellos suele identificarlos por el nombre del propietario "Jefe de diez".
Buena recopilacion :) +10
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